Hasta el Fin

Mateo 28:19-20

En ocasiones, la vida nos lleva a sentirnos solos, ya sea por circunstancias como estar lejos de casa, en momentos de enfermedad o pérdida, o incluso rodeados de personas pero sintiendo un vacío interior. Sin embargo, en medio de esas situaciones, podemos confiar en la presencia constante de Cristo.

Los versículos de hoy nos recuerdan una orden y una promesa de Jesús. Él nos encomienda hacer discípulos y nos asegura que estará con nosotros siempre. Esta promesa es verdadera y nos da la seguridad de que nunca estamos solos, incluso cuando parece que sí lo estamos.

Jesús está presente en este mismo momento. Podemos aferrarnos a su Palabra y confiar en su fidelidad, aun cuando las circunstancias nos hagan dudar. Oremos para que Dios fortalezca nuestra fe y nos llene de la certeza de su presencia constante.

Hacer discípulos no se limita solo a compartir el evangelio, sino que implica un compromiso continuo de enseñar y guiar a otros en su relación con Cristo. Esto incluye el bautismo como un símbolo público de su compromiso con Jesús y la enseñanza de todo lo que Él ha mandado.

La promesa de Jesús de estar con nosotros siempre nos da la confianza y la fortaleza para cumplir esta misión. No estamos solos en este llamado; Él nos acompaña en cada paso del camino, equipándonos con su Espíritu Santo y fortaleciéndonos para la tarea que tenemos por delante.

Para vivir en la realidad de esta promesa, obedezcamos los mandamientos de Jesús. Al hacerlo, estaremos en constante comunión con Él y con otros, enseñando y discipulando. Además, alimentemos nuestra fe a través de la lectura y el estudio de la Biblia.

No es bueno estar solo. Busquemos la comunión con otros creyentes, reconciliémonos si es necesario y sigamos adelante con la certeza de que Dios nunca nos abandona.

Oremos juntos:

Señor, en momentos de soledad, confiamos en tu presencia constante. Ayúdanos a obedecer tus mandamientos y a compartir tu amor con otros. Gracias por nunca abandonarnos. En el nombre de Jesús, amén.