Engañoso es el corazón, ¿Quién lo conocerá?
Lo que Desea mi Corazón y lo que Debo Hacer Según la Voluntad de Dios
En nuestra vida diaria, a menudo nos encontramos con el conflicto entre lo que deseamos y lo que debemos hacer conforme a la voluntad de Dios. Este es un tema crucial para todo cristiano que desea vivir conforme al plan divino. La Biblia nos ofrece guías claras para entender este conflicto y tomar decisiones que honren a Dios.
Texto Bíblico: Jeremías 17:9-10
“El corazón es engañoso más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:9-10).
Este pasaje revela una verdad importante: nuestro corazón puede ser engañoso, impulsándonos hacia deseos y decisiones que no están alineados con la voluntad de Dios. Aunque nuestras emociones y deseos pueden parecer genuinos, debemos someterlos al discernimiento de Dios para asegurarnos de que están en línea con Sus planes.
Reflexión: El Conflicto Entre los Deseos del Corazón y la Voluntad de Dios
Los deseos de nuestro corazón, aunque no siempre sean malos, pueden desviarnos del camino que Dios tiene para nosotros. Muchas veces, nos sentimos atraídos por decisiones o caminos que parecen correctos a nuestros ojos, pero no lo son desde una perspectiva divina. Como dice Proverbios 16:25, «Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte.»
La voluntad de Dios es siempre para nuestro bien, aunque a veces no la entendamos o no sea lo que inicialmente deseamos. Para discernir Su voluntad, necesitamos vivir en comunión con Él, buscar Su dirección en oración, y estudiar Su Palabra. En Romanos 12:2, se nos exhorta a «no conformarnos a este mundo, sino ser transformados por la renovación de nuestra mente», para que podamos discernir cuál es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.
Aplicación: Alinear mis Deseos con la Voluntad de Dios
Para asegurarnos de que nuestras decisiones están alineadas con la voluntad de Dios, es esencial que hagamos lo siguiente:
- Oración constante: Debemos buscar a Dios en todo momento y pedirle dirección. Filipenses 4:6-7 nos recuerda que debemos presentar nuestras peticiones a Dios con oración y súplica.
- Estudio de la Palabra: La Biblia es la guía infalible para nuestras decisiones. Al estudiar las Escrituras, podemos entender los principios que Dios desea que apliquemos en nuestras vidas.
- Examinar nuestras motivaciones: Al evaluar los deseos de nuestro corazón, debemos preguntarnos si están motivados por egoísmo, orgullo o deseos que nos apartan de la santidad. El Salmo 139:23-24 nos invita a pedir a Dios que examine nuestro corazón y nos guíe en el camino eterno.
- Esperar en Dios: A veces, lo que deseamos puede parecer justo, pero Dios nos llama a esperar. En Isaías 40:31, se nos promete que aquellos que esperan en el Señor «renovarán sus fuerzas», lo que nos ayuda a caminar en Su tiempo perfecto.
En la Biblia encontramos dos ejemplos claros de cómo el conflicto entre los deseos personales y la voluntad de Dios se desarrolla en distintas circunstancias.
- Jesús en el Getsemaní (Mateo 26:36-42): Jesús, enfrentando su crucifixión, expresa su deseo humano de evitar el sufrimiento al pedir al Padre que, si es posible, pase de Él esa copa de sufrimiento. Sin embargo, se somete a la voluntad de Dios, diciendo: «no sea como yo quiero, sino como tú». Este acto de sumisión muestra que, aunque los deseos personales puedan ser legítimos, debemos priorizar lo que Dios quiere para nosotros, confiando en Su plan.
- Jonás y su huida (Jonás 1-3): A diferencia de Jesús, Jonás inicialmente resistió la voluntad de Dios, huyendo en la dirección opuesta cuando fue llamado a predicar en Nínive. Jonás no quería que la ciudad se arrepintiera, pero al final, tras muchas dificultades, obedeció y Dios usó su predicación para salvar a los ninivitas. La historia de Jonás nos enseña que resistir la voluntad de Dios solo trae problemas, y que cuando nos sometemos a Sus planes, podemos ver Su misericordia en acción.
Ambos ejemplos ilustran que, aunque nuestros deseos puedan ser fuertes, la obediencia a la voluntad de Dios siempre trae los mejores resultados, tanto para nosotros como para los que nos rodean.
Conclusión
Al reflexionar sobre el conflicto entre los deseos de nuestro corazón y la voluntad de Dios, es vital recordar que Dios conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos. A medida que aprendemos a someter nuestros deseos a Su voluntad, descubrimos una paz y dirección que solo Él puede proporcionar. Nuestro desafío es vivir una vida de entrega y obediencia, confiando en que Su plan para nosotros siempre es mejor.
Dios les bendiga!